Volvamos, si quieres, después
de tantos silencios,
a recorrer las distancias de
los desencuentros vanos,
a llenar las estancias con
murmullos conocidos,
a disipar nuestras nieblas
con vientos renovados.
Digamos la mágica palabra
evanescente
que redima y licue el alma
encallecida;
las otras, necesarias,
emergerán lentamente,
e irán rescribiendo, bajo los
tilos, los capítulos sellados.
No se trata, creo, de
actualizar olvidos:
serían frases con ropajes
viejos.
Cada voz, aunque indolente,
incitará a otro gesto,
y éste, casi sin saberlo,
susurrará al oído.
Con las palabras, ya en
tropel, vendrán canciones,
y la música agitará los
ánimos vencidos:
no podrá detenernos
nuevamente el océano vacío
y podremos, si quieres, acercarnos al Parnaso
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