Llevas cierzo en el mirar
cuando a solas
te enfrentas a ti mismo. En
esas horas
de tiempo detenido, amorfo,
cuando se apuran los últimos
retoques
y en penumbra no escuchas más
que las voces
que surgen en tu penúltima
costilla, allá adentro,
y repiten - ahora ya con indolencia -:
¿Qué haces ahí?, ¿por qué no
te esfumas?
En un hálito respondo: Aún no
me voy, aún me aguanto.
La imagen es borrosa, como
todo yo. No me engaño:
soy así, borroso, desleído,
vago.
Pero los ojos continúan
nítidos, y en ellos
se concentra toda la estática
imagen.
Lo demás, sobra.
....
No hay comentarios:
Publicar un comentario