El reflejo malva de un espejo
de agua
que
la lluvia dejó
olvidado
en el camino
capta
la imagen fugaz
de
un pájaro que se acerca
a beber.
Grácil
silueta sobre
la
quietud del momento;
y,
sin embargo, ese mismo gesto
necesario
hiere
la escena evocadora:
la
escena se refracta
rompiéndose
en mil fragmentos,
en
mil matices inconscientes
e inconexos.
¿Es
tan frágil la belleza
que
no resiste la respuesta
vital
del agente que la crea?
Luz,
vida,
quebranto:
efímero
instante pero
¡qué hermosa es la vida!
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