lunes, 12 de mayo de 2014

LA MANO TENDIDA


Está tendida mi mano.
Ábrela:
¿No ves en su palma abrojos
que mortifican el llanto?
¿No ves las fósiles conchas
que el tiempo ha petrificado?

Mi mano queda tendida.
Acércatela:
¿No oyes el aleteo
del velamen contra el viento
de un barco que a la deriva
intenta encontrar un destello?

Mi mano aún permanece.
Tócala:
¿No sientes que se estremece
como lo hace el ocelo
porque temeroso cree
que está tocándole el cielo?

Mi mano ya no es mi mano.
Quédatela:
Te doy con ella guijarros,
lejanas contradicciones.
¿No percibes en la otra
mil sentimientos extraños?

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