-Cantor de audacias:
¿Por qué has dejado en formol
tu corazón agrietado?
¿Por qué tu mano no deja
que se escape la palabra?
¿Por qué has encerrado a la
alondra
en esa jaula dorada
y el verso que antes hervía
ahora deviene escarcha?
¿No escuchas la trémula hoja
del álamo, la más alta,
la que reconoce a lo lejos
al hombre que revienta el
alma?
-Cantor de audacias:
Escucha al oído el murmullo
de esa hoja única y sabia
que te habla de desamor,
de ausencias y de esperanzas.
Haz de la palabra verso,
templa el acorde con brío
y
canta.
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