jueves, 17 de abril de 2014

GATO DE LUNA



La luna tenía un gato
blanco y sedoso,
como la luna.

Yo lo miraba y me sonreía,
cerraba sus ojos de gato
y los abría.

Jugábamos a escondernos y encontrarnos
                            en la lejanía.

Cuando el gato se iba detrás de la luna
yo lo llamaba: ¡gato, gato de luna!
El gato enseñaba su cola de punta
y me señalaba la estrella que brilla
más que ninguna.

Hace mucho tiempo que no veo al gato,
la luna de ahora no es aquella luna,
el gato se fue a habitar otra luna
que juega con niños de piel de aceituna.

¡Ay! Se escapa el recuerdo de luna y miel.
Se desvanece, foto velada, en la negrura.

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