(a mi
amigo Alfredo)
sólo
un instante y todo
aquel
hombre él en mí y yo en él
sombra
de la noche negra
arrancó
al galope sin mirar siquiera
a
un bosque de helechos de tilos y hiedras
sigue
en mí permanece espera
y
lo llevo ahí dentro dentro dentro
en
el recinto sellado de los licuados afectos
polvo
de imágenes callados encuentros
ofreciendo
migajas de luz a las estrellas
cada
día el caballo vuelve
del
bosque de helechos trae
briznas
pegadas cálido aliento
y
un azul en los vidriados ojos
que
hablan del hombre de allí de su estancia serena
me
dicen mientras le acaricio
que
el viaje fue bueno que el lugar es mágico
y
que no está solo exprime el recuerdo
de
tantos latidos y tantas palabras
que todos vivimos con él en su niebla
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